
Una joven conductora se dirige hacia su coche, lo observa con extrañeza, mira después a su alrededor y comprueba que el resto de los coches, aceras, mobiliario urbano, suelo, TODO está cubierto de una fina capa de barro. Saca su cámara y hace unas fotos.
Desde primera hora los lavaderos han estado muy concurridos y es que si su coche ha dormido a la intemperie, esta mañana lo habrá encontrado cubierto de arena. Este conocido pero curioso efecto suele producirse con más frecuencia en verano pero también ocurre en invierno y es famosa la nieve rosada que a veces cae en la capital de Francia (existe otro fenómeno que causa la nieve rosa pero no está relacionado con este caso).
Cuando el viento de las borrascas barre desde el Sur, levanta arena del desierto y el giro de la corriente de aire de las bajas presiones (contrario a las agujas del reloj) la acerca hasta nosotros mientras la eleva hasta capas altas. Allí arriba, las partículas de arena sirven de soporte a la humedad que se condensa para caer luego en forma de lluvia. Es por eso que esta lluvia de barro tiene el característico color rosado del polvo africano.
La borrasca Celia que afecta estos días a toda la península Ibérica ha dejado hoy esta clara muestra de su procedencia Suroeste y esta mañana hemos recibido fotografías similares desde distintos puntos del norte de España.


