El «Arnedo Arena» acogió anoche un concierto digno de las mejores épocas prepandémicas. Sobre el escenario, impresionantes juegos de luz y sobre todo, un sonido espectacular, el de la voz de Antonio Orozco, un artista que se gana al público allá donde vaya.
Ayer las emociones estaban a flor de piel y conforme iba avanzando el concierto, la complicidad público-artista iba subiendo de intensidad hasta que llegó un momento en el que Orozco se emocionó.
Bien es cierto que el artista es de lágrima fácil, pero se trataba su último concierto de la gira, según anunció, y se encontraba a gusto con un público enormemente agradecido y muy colaborador.
Más de 2.000 personas coreando sus canciones, muchas de su último disco «Aviónica», aplaudiendo sin cesar y aguantando en sus sillas y con la mascarilla puesta. Solo en algún momento el público se levantó de sus asientos, cuando el cantante les animaba a ello, pero aún en esos casos permanecía en pie sin dar motivos a que el personal de seguridad -que lo había en abundancia- apenas tuviera que llamar la atención.
Orozco no había estado en La Rioja desde hacía cinco años y sin duda su público se quedó feliz y con ganas de volver a verlo, escucharlo, y sentirlo.
El concierto era en cierto modo, una «prueba de fuego», prueba que el Ayuntamiento arnedano ha pasado, y con nota, gracias a una excelente organización por parte de Promociones Iregua, que no dejó nada a la improvisación y por encima de todo, al ejemplar comportamiento de los asistentes.