Desde que en 1892 Saturnina Mangado –alias “ La San Juan del Huerto”– arrancara el bigote del gobernador pensando que aquella autoridad iba a trasladar a Logroño la silla episcopal, no se recuerda en Calahorra un alboroto en torno a lo religioso como el vivido esta tarde en el Santuario del Carmen.
En esta ocasión ha sido el padre Lázaro Iparraguirre –provincial de los Carmelitas que se ha desplazado desde Amorebieta– el blanco de las increpaciones de algunos de los convocados a una reunión que tenía un triple motivo; por una parte desmentir algunas de las informaciones publicadas en torno al cierre del convento, por otra informar de la prórroga de un año decidida para encontrar una solución que evite a la congregación Carmelita dejar definitivamente el convento de Calahorra y finalmente informar de las conversaciones con distintos estamentos y entidades para evitarlo, planteando posibles soluciones.
Lejos de encontrar un ambiente de aceptación de los hechos, el padre Lázaro ha encontrado un ambiente de fortísima oposición con un grupo que exigía explicaciones sobre las razones que llevan a reforzar otras congregaciones en detrimento de la de Calahorra y que tiene el convencimiento de que no existen razones objetivas para ello. También han acusado a los rectores de la orden de precipitar una decisión sin informe previo.
La reunión que ha comenzado con serenidad ha terminado en una tangana verbal impropia del espacio sagrado –bajo la Virgen del Carmen y frente al Sagrario– en que se han sucedido gritos, aplausos, bronca y alboroto generalizado y en la que hemos podido ver incluso disensiones entre los propios frailes. Quizá pueda juzgarse como una tormenta en un vaso agua, pero en tal caso es innegable que se ha tratado de la tormenta perfecta.
“La Virgen se queda y los carmelitas no desaparecen”
Al comienzo de su exposición, el padre Lázaro se ha preguntado quien ha dicho que el convento se cerraría el 30 de septiembre y de dónde había salido tal información. Igualmente, como ya hiciera en el mes de enero, ha trasladado que el culto en el Santuario de Calahorra no peligra. Así, ha negado también rotunda y taxativamente que la imagen de la Patrona de la Ribera vaya a ser desalojada de la capilla carmelita de Calahorra para llevarla a otro lugar: “Es un disparate. Nadie ha dicho eso. La Virgen del Carmen es de esta iglesia y se quedará en esta iglesia. Otra cosa será quien puede atender el culto de esta iglesia”.
Lázaro Iparraguirre se ha referido a la orden de abandonar el convento como “un mandato que no podemos soslayar”, como no puede ser de otra forma en el voto de obediencia; pero ha añadido: “Que la Comunidad de los Padres Carmelitas abandone la casa no significa que los padres carmelitas nos vamos de Calahorra… Todavía no”, ha matizado. “Tampoco significa –ha seguido diciendo– que esta casa se queda sin la presencia y la pastoral de los carmelitas. Queremos establecer un plan para que esta iglesia y esta casa pueda seguir siendo de alguna manera cuidada y servida por carmelitas. Claro que no podrá ser exactamente igual que si vivieran aquí pero vamos a buscar fórmulas”.
En este sentido ha declarado que «en el tiempo que nos hemos dado para reflexionar y decidir lo que hacemos con la casa –un año– los carmelitas estaremos cuando decidamos que vamos a estar y si nos toca pasar el mes de julio, el día del Carmen y la novena del Carmen se hará con carmelitas por supuesto”.
«Es la comunidad la que sale –ha explicado el padre Lázaro– tenemos que reforzar otras comunidades. En concreto, tres religiosos de esta casa van a reforzar la parroquia de Logroño y desde allí encomiendo al padre Cipriano –actual prior del convento de Calahorra– a que esté presente en Calahorra».
Lázaro Iparraguirre ha venido a decir que los frailes son en su mayoría muy mayores y que las instalaciones de Calahorra no reúnen condiciones de habitabilidad tan buenas y necesarias para esta anciana congregación como las que tienen en Corella (Navarra) o Logroño: “Si la casa de Calahorra estuviera mejor que la de Corella, sin duda hubiéramos optado por Calahorra”, ha subrayado.
Desconfianza e incertidumbre
Sin embargo estas explicaciones no han convencido a algunos de los congregados, entre los que había miembros de grupos de oración, representantes de asociaciones y simpatizantes del Carmelo. Un sector ha entendido que había ambigüedad en las palabras del padre provincial. Estas personas desconfían de que el proyecto de “atención diferida” pueda hacerse efectivo y entienden que no es sino el paso previo a un cierre definitivo que perjudicaría a Calahorra a favor de los centros del Carmelo en Corella y Logroño. A entender de algunos de los presentes, dejar el convento sería además abrir la puerta a su deterioro e incluso a su ocupación.
Algunos de los presentes también han acusado a la cúpula de la Orden Carmelita de practicar una política de hechos consumados que no han sido expuestos con anterioridad y de los que, aseguran, “ni siquiera se ha informado a la Diócesis ni al obispo”. En un toma y daca de explicaciones, se ha reprochado también a los rectores del Carmelo no haber buscado a otra orden que se haga cargo del convento y no haber gestionado la pervivencia de la casa de Calahorra con más ardor.
El padre Lázaro ha tenido que recordar que tanto el general de la orden como él mismo conocen bien las particularidades históricas y religiosas del convento y santuario de Calahorra añadiendo que en 1970 ocurrió una situación muy similar a la actual cuando el convento cambió su dependencia a otra provincia religiosa. «Entonces encontramos una solución y ojalá ahora ocurra lo mismo», ha deseado el padre Lázaro.
Una fábrica de chocolate y otras soluciones
En definitiva existe un doble problema: la atención del culto –que podría solucionarse al menos en lo esencial con un sacerdote de Calahorra– y la presencia en el convento. En relación con este segundo tema se ha comentado mucho el aspecto económico de la cuestión, acusando el sector crítico al provincial de no haber pedido ayuda económica a los calagurritanos. Pero según el padre Lázaro no se trata tanto de una cuestión económica, aunque también, como de dar una solución en lo presencial que traería aparejada una contraprestación económica que se destinaría a otros centros carmelitas y a sus misiones en el tercer mundo.
En cualquier caso, el quid de la cuestión está en la falta de vocaciones que impide disponer de frailes suficientes para sostener las estructuras en uso y con el mantenimiento adecuado; cuestiones que a decir de algunos de los presentes se solucionaría disponiendo de un par de padres carmelitas que están dispuestos a permanecer en el convento de Calahorra.
La orden está abierta a otras soluciones distintas a esa y que se comentaron el pasado día 11 de septiembre con representantes y técnicos municipales. Entre ellas cabe la venta de parte del convento, su alquiler, su habilitación como espacio para algún uso social… Cabrían otras igualmente ensayadas en otros conventos, como su adaptación y uso como albergue u hotel, etc.
Sin embargo una de las propuestas que podrían ser más serias ha venido de la mano de una marca de chocolates que estaría dispuesta a quedarse una parte del convento para instalar una fábrica de imagen artesanal. Pero claro, según el provincial «ocuparían una pequeña parte» por lo que ha venido a decir que no sería una solución total y definitiva.