Tierra Rapaz participa en un estudio trascendental para la reintroducción con éxito de animales en la naturaleza

El parque de naturaleza de Calahorra ha trabajado con un grupo de lechuzas junto a científicos del Instituto de Biodiversidad y Medio Ambiente de la Universidad de Navarra y del Royal Veterinary College de la Universidad de Londres

Lezana con lechuzas
Luis Lezana con uno de los grupos de lechuzas de Tierra Rapaz empleados en el estudio

El Instituto de Biodiversidad y Medio Ambiente de la Universidad de Navarra (UN) publicó ayer las conclusiones básicas de un estudio sobre aprendizaje y comportamiento de las lechuzas realizado íntegramente en el calagurritano Parque de Naturaleza Tierra Rapaz. Éste revela cómo perciben estas aves el mundo que les rodea y cómo esa percepción depende de las experiencias que adquieren en sus primeros días de vida. Este estudio puede ser decisivo para la reintroducción con éxito de este tipo de animales en la naturaleza.

En el estudio han participado codo a codo un grupo de científicos del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente de la Universidad de Navarra, del Parque Tierra Rapaz y del Royal Veterinary College de la Universidad de Londres que han trabajado con 70 pollos de lechuza común (Tyto alba) en dos grupos.

Según el artículo publicado por la UN, «se trataba de ver las diferencias de comportamiento en cada grupo de pollos en función del tiempo que habían pasado con sus padres biológicos o con el ser humano. La principal conclusión de este estudio es que a partir del día 18 de vida las aves reconocían a su cuidador y rechazaban otras interacciones.

 

IMPRONTA Y COMPORTAMIENTO

“Los pollos de lechuza criados por sus padres biológicos expresaban miedo hacia un cuidador humano si se aproximaba a ellos, huyendo, rechazando su alimento, emitiendo silbidos de alarma e incluso lanzándole las garras en actitud defensiva. Sólo admitían ya a lechuzas como padres. Por el contrario, antes de alcanzar esa edad, aceptaban ser criados por el ser humano al que seguían tiempo después como padre adoptivo para interaccionar, recibir alimento y volar hacia su llamada”, declara a la UN el director de Tierra Rapaz, Luis Lezana, que ha sido uno de los investigadores en este trabajo.

Según el Instituto de Biodiversidad y Medio Ambiente, la investigación revela que entre los días 14 y 17 de vida de las lechuzas es el momento crítico en el que registran la información que luego les marcará de por vida, en lo referente a reconocer quienes son sus progenitores, cuál es su hogar y cuáles son los peligros a los que se pueden enfrentar. «Entre estos peligros están cosas tan cotidianas como los tendidos de electricidad y alta tensión o el propio ser humano», comentaba Lezana esta mañana a LA BRÚJULA.

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“Si queremos que una lechuza criada en cautividad pueda introducirse con éxito en la naturaleza, bastará con que sea criada por lechuzas hasta completar el día 17 de su vida o al menos durante los días 14 a 17. A partir de entonces, identificará a su especie y huirá de depredadores como el ser humano”, añade Lezana en sus declaraciones a la UN.

Este estudio, que se ha desarrollado durante cuatro años y cuyos resultados se han publicado en la revista internacional Behavioural Processes, ha permitido ampliar el conocimiento sobre esta especie, lo que puede redundar en su gestión y conservación.

“El comportamiento de un individuo es una característica de su biología tan importante como su fisiología o anatomía y, al igual que éstas, debe desarrollarse normalmente para asegurar su supervivencia y viabilidad. En este estudio hemos profundizado en la importancia de los primeros días de desarrollo de las crías sobre el comportamiento que mostrarán posteriormente como adultos, con implicaciones directas en la conservación de ésta y otras rapaces nocturnas”, apunta David Galicia, investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente de la Universidad de Navarra.

Por otra parte, siempre según el diario digital del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente de la Universidad de Navarra, los investigadores han descubierto también que aquellos objetos que estaban presentes durante la cría eran reconocidos por estas aves incluso en entornos desconocidos, lo que podría favorecer la reintroducción de estas especies en la naturaleza.

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