El pasado viernes, con la entrega de notas a los estudiantes, las mini-vacaciones que iniciaban (hasta el 3 de marzo, festividad de los Patronos) y la celebración de algunas confirmaciones en parroquias, se notó claramente un ambiente festivo entre la juventud.
Ese ambiente se ha traducido en botellones y en grupitos de jóvenes sin mascarilla relacionándose en las noches de este fin de semana y podría repetirse esta noche entre quienes quieran emular el chupinazo que este año no va a poder celebrarse.
Lógicamente los jóvenes quieren divertirse, pero es muy importante que se conciencien de que no hay ninguna fiesta que celebrar. Lo único que podemos celebrar es que bajan las cifras de incidencia acumulada, que estamos en el mejor momento desde hace cinco meses y que hemos aprendido una dura lección: las reuniones hoy, son confinamientos dentro de dos meses.
Nuestros jóvenes deben saber que todos, incluidos ellos, somos responsables de la propagación del coronavirus porque todos, especialmente los asintomáticos pero incluso los que ya han pasado el Covid, somos potencialmente peligrosos como propagadores de la pandemia mientras no hayamos recibido la vacuna.
Las vacunas aún no han llegado y hay que insistir en que no es momento para celebraciones. Debemos aguantar un poco más y decir a nuestros hijos que no se puede salir de fiesta, si no quieren verse otra vez afectados por nuevas restricciones en la cuarta ola.
Es indiscutible: cuando nos metemos en casa la curva de contagios baja. Por tanto, ahora no tocan fiestas ni reuniones.
