Teresa Solana, 51 años como dependienta: ‘Lo que te da el comercio a pie de calle no te lo pueden dar en internet’

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Teresa Solana Andrés

Teresa Solana Andrés puede hablar como pocos del comercio de Calahorra. Después de 51 años trabajando como dependienta en distintos establecimientos le ha llegado una jubilación más aconsejada por las circunstancias que por su deseo de retirarse. Es una firme defensora del comercio de proximidad y pide que la gente haga un ejercicio de imaginación: “Que piensen qué sería de Calahorra sin las tiendas, sin su luz, y la actividad que generan. Todo eso y muchas cosas más, no las da el comercio por ordenador”, comenta a LA BRÚJULA la veterana dependienta.

Tere comenzó a trabajar con 14 años. Su primer destino fue una tintorería que existía en la Cuesta del Río (C/ Dr. Fléming), la de los Aracama-Solano en la que aprendió las primeras lecciones de vida profesional que sería muy larga y satisfactoria.

Después pasó a trabajar en otro establecimiento tradicional de Calahorra, el de modas Ferrer. De ahí pasó a un gran comercio en superficie y prestigio: St. Gottard. Su vida profesional se cerró con un periodo en la tienda de Joyería Marian, en el centro comercial ARCCA.

LA BRÚJULA.- En todos los trabajos hay días buenos, malos y malísimos. Suponemos que 51 años han dado para mucho.

Tere.- Pues fíjate que, en lo profesional, no tengo recuerdos malos. He tenido muy buena relación con los clientes y hasta había gente que me decía “para ti todo el mundo es majo”. Y así ha sido; incluso cuando venía alguien a la tienda que daba mucha guerra o que era muy exigente, yo aún lo trataba mejor y hasta entre la clientela que tenía un trato más distante llegué a hacer amistad a base de darles yo cercanía.

LB.- Suponemos que en el caso de Tere eso es lógico porque la vida es como un eco: si te gusta lo que escuchas seguramente será porque te devuelve lo bueno que transmites. Aunque quizá eso de que “el cliente siempre tiene razón” no siempre será fácil de llevar.

T.- Es que para mí el cliente siempre era lo primero. Y mira, en eso también ha cambiado mucho el comercio. Los dependientes teníamos mucha paciencia, pero lo he llevado bastante bien.

LB.- Entiendo; se trata de una cuestión de actitud. En ese sentido, ¿han sido buenos clientes los de Calahorra?

T.- Los de Calahorra y los de fuera de Calahorra; porque no tenemos que olvidarnos que esta ciudad tiene que dar muchas gracias a la gente de alrededor. Los de toda la zona de influencia, los de Navarra y los de La Rioja. Hemos tenido y Calahorra sigue teniendo muy buenos clientes y les tenemos que estar agradecidos.

LB.- ¿Qué ha sido lo mejor de estos año?

T.- Mis jefes.

LB.- ¡Vaya! No tienes palabras malas para nadie.

T.- Es que es verdad. De todos mis jefes puedo hablar bien. En ese sentido he tenido mucha suerte… O me la he ganado.

LB.- Creo que volvemos a lo mismo de antes; o sea, que cada uno recibe lo que da. Si das cercanía, respeto y buen trato al final lo recibes. ¿Volverías a empezar? ¿Volverías a ser dependienta de comercio en Calahorra?

T.- –dice rotundamente– Ahora mismo. De hecho no hubiera terminado. Mi trabajo me gustaba. Hasta ahora sólo había cogido bajas laborales por el nacimiento de mis hijos. Trabajaba de lunes a sábado, librando sólo los domingos. Pero que vamos, yo no es que fuera porque me mandaran, es que me gustaba. Y hasta he recibido detalles humanos, más personales que profesionales, como los niños que venían a visitarme a la tienda del ARCCA en los últimos años y el cariño de mucha gente que aunque no te lo digan con palabras, se nota.

No es de extrañar. Tere ha sido una buena profesional… Pero también una profesional buena que tiene un último mensaje que viene a ser el del principio: “Que la gente compre en Calahorra, que vayan a las tiendas, que mantienen viva la ciudad. Hasta cuando algún cliente andaba con un poco de necesidad, se iba con la compra y pagaba cuando podía. Eso en las compras por Internet es imposible y vamos, simplemente impensable.